Las personas que piensan en iniciarse en la meditación o que están practicando ya desde hace tiempo lo hacen por un impulso que viene del desasosiego.
Ese desasosiego nace en primer lugar de la propia naturaleza humana. El preguntarse de donde vengo, a donde voy, quien soy en realidad, genera un movimiento que impulsa a buscar respuestas que la razón no encuentra.
También las circunstancias socio culturales en las que nos movemos están muchas veces favoreciendo que aquellos que tienen una cierta apertura interior se cuestionen. El exceso de racionalidad, el consumismo, la presión social, la educación excesivamente tecnológica, la incertidumbre actual, etc, llevan muchas veces a la persona a una situación de ahogo vital, de sentir que no encuentra su lugar en el mundo. Es como si se tuviera la intuición de un destino personal aún no plenamente definido, pero que de algún modo no encuentra salida en la realidad externa.
Esto puede verse intensificado en algunos momentos por situaciones particulares de cada persona. Momentos difíciles como pérdidas, ya sea de familiares o pérdidas materiales. Replanteamientos de vida, soledad, necesidad de explorar más a fondo el propio potencial, estrés, etc.
Cada situación es diferente, pero todas las personas que llegan a la meditación sienten que hay una inquietud que las empuja a moverse, a buscar. Esa inquietud es el maestro interior que empieza a sacudir el alma dormida.
La meditación es una puerta que se abre al misterio de la vida y nos hace descubrir o redescubrir la Gran Vida en la que vivimos y nos movemos. Es una nueva forma de ver el mundo y de vivir en el mundo que enseña cómo salir del desasosiego.
Meditar es aprender una técnica. Simple pero rigurosa. Con paciencia, porque como todo, requiere un tiempo para comprender, para experimentar, para asimilar.
Es una respuesta a la intuición de que aquello nos va ha hacer bien. Aunque al principio cueste dejarse ir con confianza. Precisamente es trabajar en cada uno de los gestos que nos impiden esa confianza vital y plena y nos cortan del fluir.
Meditar es centrarse en lo esencial. Es dar valor a lo pequeño y cultivarlo. Porque es a través de los pequeños gestos, de los pequeños cambios como vamos a ir logrando grandes transformaciones que nos llevan hacia una vida mucho más plena y feliz.
La actitud meditativa debe ser mucho más que un ponerse a hacer el ejercicio durante 25 minutos al día. Es una actitud que debe impregnar el día a día. En el metro, en la cola del pan, en el despacho, en el taller, andando, tomando copas con los amigos, haciendo el amor…o haciendo la cena!
Estamos siempre bañados por un mar profundo y primigenio que nos da su fuerza y su impulso.
En realidad, somos ese mar. El ejercicio concreto de meditar nos enseña a conectar poco a poco con esta realidad. La práctica cotidiana y la práctica en lo cotidiano nos acompañan a vivir nuestra vida sin perder dicho contacto. Eso nos abre la puerta a la serenidad, la fuerza y la felicidad que nacen del contacto con lo Esencial.
- domingo 27 de enero, Iniciación y práctica de meditación Zen.
de 11 a 13h30. Barcelona.
Más información e inscripciones aquí.
- Cada miércoles grupo de meditación. De 20h a 21h.
Más información
aquí. Inscripciones
aquí.
- Info sobre la meditación Zen, línea Dürckheim aquí
- Una introducción a la meditación Zen, con Laia Monserrat en youtube: introducción Zen1
Las personas que piensan en iniciarse en la meditación o que están practicando ya desde hace tiempo lo hacen por un impulso que viene del desasosiego.
Ese desasosiego nace en primer lugar de la propia naturaleza humana. El preguntarse de donde vengo, a donde voy, quien soy en realidad, genera un movimiento que impulsa a buscar respuestas que la razón no encuentra.
También las circunstancias socio culturales en las que nos movemos están muchas veces favoreciendo que aquellos que tienen una cierta apertura interior se cuestionen. El exceso de racionalidad, el consumismo, la presión social, la educación excesivamente tecnológica, la incertidumbre actual, etc, llevan muchas veces a la persona a una situación de ahogo vital, de sentir que no encuentra su lugar en el mundo. Es como si se tuviera la intuición de un destino personal aún no plenamente definido, pero que de algún modo no encuentra salida en la realidad externa.
Esto puede verse intensificado en algunos momentos por situaciones particulares de cada persona. Momentos difíciles como pérdidas, ya sea de familiares o pérdidas materiales. Replanteamientos de vida, soledad, necesidad de explorar más a fondo el propio potencial, estrés, etc.
Cada situación es diferente, pero todas las personas que llegan a la meditación sienten que hay una inquietud que las empuja a moverse, a buscar. Esa inquietud es el maestro interior que empieza a sacudir el alma dormida.
La meditación es una puerta que se abre al misterio de la vida y nos hace descubrir o redescubrir la Gran Vida en la que vivimos y nos movemos. Es una nueva forma de ver el mundo y de vivir en el mundo que enseña cómo salir del desasosiego.
Meditar es aprender una técnica. Simple pero rigurosa. Con paciencia, porque como todo, requiere un tiempo para comprender, para experimentar, para asimilar.
Es una respuesta a la intuición de que aquello nos va ha hacer bien. Aunque al principio cueste dejarse ir con confianza. Precisamente es trabajar en cada uno de los gestos que nos impiden esa confianza vital y plena y nos cortan del fluir.
Meditar es centrarse en lo esencial. Es dar valor a lo pequeño y cultivarlo. Porque es a través de los pequeños gestos, de los pequeños cambios como vamos a ir logrando grandes transformaciones que nos llevan hacia una vida mucho más plena y feliz.
La actitud meditativa debe ser mucho más que un ponerse a hacer el ejercicio durante 25 minutos al día. Es una actitud que debe impregnar el día a día. En el metro, en la cola del pan, en el despacho, en el taller, andando, tomando copas con los amigos, haciendo el amor…o haciendo la cena!
Estamos siempre bañados por un mar profundo y primigenio que nos da su fuerza y su impulso.
En realidad, somos ese mar. El ejercicio concreto de meditar nos enseña a conectar poco a poco con esta realidad. La práctica cotidiana y la práctica en lo cotidiano nos acompañan a vivir nuestra vida sin perder dicho contacto. Eso nos abre la puerta a la serenidad, la fuerza y la felicidad que nacen del contacto con lo Esencial.
- domingo 27 de enero, Iniciación y práctica de meditación Zen.
de 11 a 13h30. Barcelona.
Más información e inscripciones aquí.
- Cada miércoles grupo de meditación. De 20h a 21h.
Más información
aquí. Inscripciones
aquí.
- Info sobre la meditación Zen, línea Dürckheim aquí
- Una introducción a la meditación Zen, con Laia Monserrat en youtube: introducción Zen1
Las personas que piensan en iniciarse en la meditación o que están practicando ya desde hace tiempo lo hacen por un impulso que viene del desasosiego.
Ese desasosiego nace en primer lugar de la propia naturaleza humana. El preguntarse de donde vengo, a donde voy, quien soy en realidad, genera un movimiento que impulsa a buscar respuestas que la razón no encuentra.
También las circunstancias socio culturales en las que nos movemos están muchas veces favoreciendo que aquellos que tienen una cierta apertura interior se cuestionen. El exceso de racionalidad, el consumismo, la presión social, la educación excesivamente tecnológica, la incertidumbre actual, etc, llevan muchas veces a la persona a una situación de ahogo vital, de sentir que no encuentra su lugar en el mundo. Es como si se tuviera la intuición de un destino personal aún no plenamente definido, pero que de algún modo no encuentra salida en la realidad externa.
Esto puede verse intensificado en algunos momentos por situaciones particulares de cada persona. Momentos difíciles como pérdidas, ya sea de familiares o pérdidas materiales. Replanteamientos de vida, soledad, necesidad de explorar más a fondo el propio potencial, estrés, etc.
Cada situación es diferente, pero todas las personas que llegan a la meditación sienten que hay una inquietud que las empuja a moverse, a buscar. Esa inquietud es el maestro interior que empieza a sacudir el alma dormida.
La meditación es una puerta que se abre al misterio de la vida y nos hace descubrir o redescubrir la Gran Vida en la que vivimos y nos movemos. Es una nueva forma de ver el mundo y de vivir en el mundo que enseña cómo salir del desasosiego.
Meditar es aprender una técnica. Simple pero rigurosa. Con paciencia, porque como todo, requiere un tiempo para comprender, para experimentar, para asimilar.
Es una respuesta a la intuición de que aquello nos va ha hacer bien. Aunque al principio cueste dejarse ir con confianza. Precisamente es trabajar en cada uno de los gestos que nos impiden esa confianza vital y plena y nos cortan del fluir.
Meditar es centrarse en lo esencial. Es dar valor a lo pequeño y cultivarlo. Porque es a través de los pequeños gestos, de los pequeños cambios como vamos a ir logrando grandes transformaciones que nos llevan hacia una vida mucho más plena y feliz.
La actitud meditativa debe ser mucho más que un ponerse a hacer el ejercicio durante 25 minutos al día. Es una actitud que debe impregnar el día a día. En el metro, en la cola del pan, en el despacho, en el taller, andando, tomando copas con los amigos, haciendo el amor…o haciendo la cena!
Estamos siempre bañados por un mar profundo y primigenio que nos da su fuerza y su impulso.
En realidad, somos ese mar. El ejercicio concreto de meditar nos enseña a conectar poco a poco con esta realidad. La práctica cotidiana y la práctica en lo cotidiano nos acompañan a vivir nuestra vida sin perder dicho contacto. Eso nos abre la puerta a la serenidad, la fuerza y la felicidad que nacen del contacto con lo Esencial.
- domingo 27 de enero, Iniciación y práctica de meditación Zen.
de 11 a 13h30. Barcelona.
Más información e inscripciones aquí.
- Cada miércoles grupo de meditación. De 20h a 21h.
Más información
aquí. Inscripciones
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- Una introducción a la meditación Zen, con Laia Monserrat en youtube: introducción Zen1