La depresión y el hara

En los momentos actuales el número de personas con ansiedad y depresión ha aumentado significativamente. Aunque son dolencias que acompañan a los humanos desde siempre, la pandemia actual está claro que no ayuda al bienestar. Algo que caracteriza la depresión es la sensación de falta de salida a la situación que se vive. Hay además poca energía para afrontar la vida cotidiana, como si la persona se hubiera vaciado y no encontrase el modo de volver a sentir la plenitud del vivir. Sin embargo, la fuerza vital sigue ahí, no ha desaparecido, ha quedado bloqueada. Enfrentarse a un periodo depresivo puede ser el momento para aprender una gran lección de vida: en cada persona hay un lugar interior donde poder conectarse con la fuerza vital. Esto no se hace por arte de magia. Implica que quien sufre de depresión esté dispuesto a implicarse en su proceso de sanación.  Este es el primer paso. Hay que comprender las causas que le han llevado hasta donde se encuentra, explorar emociones, relaciones, significados. También implica empezar a relacionarse de otra forma consigo mismo. Esto se hace cultivando la mirada amorosa y maternizante, fomentando la autoconfianza y la confianza en los procesos vitales. Sanar las heridas puede requerir tiempo, pero es un tiempo bien empleado. Algo fundamental será aprender a situarse internamente en el Hara, el centro de la fuerza interior, de la fuerza vital. Esto es comprender que el cuerpo no es un objeto, que se es cuerpo y que esa falta de energía que se experimenta durante el periodo depresivo es la expresión directa de un bloqueo físico que nos aleja de la energía del vientre, del Hara. Para logar esto último se tienen que soltar crispaciones, se debe aventurar uno en una región tal vez desconocida de sí mismo. La pelvis es el lugar donde la magia de la vida se inicia y donde reside el impulso vital. Los indios de Centroamérica sitúan en el vientre la sede de la voluntad. En Japón alguien que no está en su Hara, en su vientre, carece de raíces, de vitalidad y de confianza. La Leibterapia se ocupa de estos distintos aspectos, que en realidad son uno solo, la persona. La psicoterapia debe integrar la mente, el cuerpo y el espíritu, porque esta es la realidad de cada uno. Precisamente, en los momentos de dificultades psicológicas, suele suceder que la persona vive cortada de su unidad esencial y se debe salir de ahí cuanto antes para recuperar la verdadera salud. Laia Monserrat Psicoterapia      Leibterapia

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