Distinguir los pensamientos útiles de los pensamientos inútiles es una de las primeras enseñanzas que me trajo el zen.
Con esta indicación aparentemente simple, la percepción de mi mente cambió por completo. Acababa de descubrir que lo que pienso no siempre es interesante, es más, que muchas veces no pienso, sino que soy pensada por mi mente…
Uno de los grandes recursos de la psicoterapia zen se basa en esta enseñanza. Aprender a distinguir los pensamientos, a verlos, a comprender que una cosa es ponerse a pensar en algo y otra muy distinta ser pensado por pensamientos de todo tipo, sin ningún control, es fundamental.
Desde hace años acompaño a las personas a observar su mente, a conocerla mejor. Todos necesitamos realizar esta práctica. En algunos momentos vitales, es imprescindible para salir de situaciones difíciles, puesto que la mente crea mundos y submundos.
Es un recurso al alcance de todos, pero hay que entrenarse. Te aseguro que vale la pena. Cuando ves realmente que no eres tu pensamiento, todo cambia a mejor.
En la práctica de la meditación, cada día nos entrenamos en esto. Es algo fundamental que abre paso a otras experiencias más profundas. Si nuestra mente no está en un estado saludable y coherente, nos desajustamos. Ejercitarse en observar el pensamiento no es una finalidad en sí mismo, es un recurso para poder ir más lejos. Pero hay que pasar por aquí, es un aprendizaje imprescindible.
¿Nos entrenamos?
¡Sí, nos entrenamos, Laia! Cada día, cada sentada es un magnífico momento para ejercitarnos y discernir y distinguir aquellos pensamientos útiles de aquellos que son más que inútiles, limitantes y agotadores. Gracias por recordarlo. 😉
si, Eva, llamarles inútiles es un forma suave de decirlo… abrazos y ¡a seguir con la práctica!
Thanks!