



Domingo 21 de octubre 2012
El pensamiento es como un hilo. Con él se pueden tejer los más exquisitos tejidos. También las sogas que atan y las que ahogan. El Zen nos dice que debemos simplificar nuestra mente. ¿Qué significa esto? ¿De qué sirve simplificar? ¿Cómo se logra?
Después de haber escrito el primer párrafo de este artículo, he abierto el periódico y me he encontrado con esta viñeta de El Roto… sincronicidades….
Qué es simplificar la mente
El proceso de pensamiento es complejo en sí. Pensamos en palabras, pero también intervienen las sensaciones, las emociones y no podemos reducir nuestro pensamiento a una función meramente fisiológica, pero la fisiología también es un aspecto de nuestra mente.
Después de escribir este párrafo levanto la mirada hacia el estante y veo el único libro de mis estudios de psicología que tengo en el despacho de casa, Introducción a la Psicología del Pensamiento. Lo abro para hojearlo y después de leer la introducción (que complicado que es todo esto…), encuentro entre las hojas de apuntes que tengo guardadas en el libro estas amapolas secas. otra sincronicidad…Empiezo a preguntarme que me está queriendo decir mi inconsciente…
En la práctica de nuestra vida de cada día todos nos confrontamos a la complejidad de nuestra mente. Cuando vemos una flor no estamos en realidad viendo esa flor. Vemos todas las flores que nos han regalado, todas las flores que hemos visto en el campo y los jardines, todas las flores que nos hubiese gustado que nos regalasen, todas las flores que hemos ofrecido, todas las que hemos comprado, todas las que hemos dibujado o fotografiado, todo lo que sabemos intelectualmente de las flores, todo lo que nos gustaría saber y no sabemos, todos los aromas a flores que conocemos….
Nuestra memoria, nuestras experiencias, nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestras frustraciones, nuestras realizaciones…todo está ahí en el modo en que percibimos esa flor.
Simplificar nuestra mente es saber esto y aprender a soltar interiormente toda esta complejidad. No podemos deshacernos de todo ello. Pero si que podemos detenernos a mirar realmente la flor. Se dice que la mente zen es la mente de principiante. Como un niño que por primera vez ve una flor…
recuerdo que la semana pasada me encontré con esta escultura de Antonio López en Lleida. No pude resistirme a meditar a su lado.
¿Para qué realizar este esfuerzo?
Todos los filtros que llevamos en nuestra mirada nos impiden ver lo que realmente hay. Todos los filtros de nuestra mente nos impiden ver lo que realmente Es. La experiencia nos ayuda a identificar cosas, situaciones procesos. Es imprescindible para vivir y sobrevivir.Pero nuestro pensamiento se sobrecarga con todo lo que sabe y ha vivido y normalmente se embrolla, creando una barrera entre nosotros y la experiencia pura. Otras veces los razonamientos se vuelven complejos, repetitivos y malsanos, alejándonos también de la experiencia y del camino constructivo y saludable.
Ser capaz de detener todo este proceso y de mirar con ojos más límpidos la flor que tenemos delante nos proporciona una gran sensación de tranquilidad y paz. No derrochamos energía intrapsiquica en procesos complejos, podemos disponer de ella para otras cosas, como disfrutar del presente. Nuestra visión se clarifica. Comprendemos mejor.Favorecemos la experiencia de Unidad, en la que de repente ya no existen dos entes separados, yo y el otro, en este caso la flor. Somos el mismo flujo de vida.
Cuando la mente está confusa y sobrecargada, nada es lo que es. La mente serena es como un espejo que refleja la realidad. Una taza es una taza, una flor es una flor. Una emoción es una emoción. En la mente conectada yo soy yo, la flor es la flor, pero experimentamos la unidad de todos los seres.
Estaba ya a la espera de otra sincronicidad…pero nada…¡umm…como es la mente!¡simplificar, simplificar!
¿Cómo se logra serenar la mente?
El Zen nos enseña a educar nuestra mente, a serenarla para favorecer la experiencia de la trascendencia. Za-zen, la meditación sentada es un campo de ejercicio para aprender lo básico, que nos servirá después en cualquier momento de la vida cotidiana.
Los pasos imprescindibles para practicar el aquietamiento mental son:
– Buscar la buena postura, bien enraizados en la tierra y en el cielo
– Acallarse interiormente para poder observar
– Reconocer los pensamientos cuando llegan
– Ponerles un nombre, por ejemplo “estoy pensando en una taza”
– Detener ahí el proceso mental, sin añadir voluntariamente nada más
– Dejar que el pensamiento se disuelva, como una nube en el cielo
– Sentir que la expiración acompaña… al expirar, soltar…
Es curioso siempre constatar que cuando hacemos este ejercicio los pensamientos van deteniéndose poco a poco. Aprendemos que podemos decidir no dar más leña al fuego de nuestro pensar y que naturalmente este se va calmando.Si practicamos, en cualquier momento de nuestro día a dia podremos aprender a darnos cuenta de que nuestro pensamiento se complica y soltar…simplificar….
Domingo 21 de octubre 2012
El pensamiento es como un hilo. Con él se pueden tejer los más exquisitos tejidos. También las sogas que atan y las que ahogan. El Zen nos dice que debemos simplificar nuestra mente. ¿Qué significa esto? ¿De qué sirve simplificar? ¿Cómo se logra?
Después de haber escrito el primer párrafo de este artículo, he abierto el periódico y me he encontrado con esta viñeta de El Roto… sincronicidades….
Qué es simplificar la mente
El proceso de pensamiento es complejo en sí. Pensamos en palabras, pero también intervienen las sensaciones, las emociones y no podemos reducir nuestro pensamiento a una función meramente fisiológica, pero la fisiología también es un aspecto de nuestra mente.
Después de escribir este párrafo levanto la mirada hacia el estante y veo el único libro de mis estudios de psicología que tengo en el despacho de casa, Introducción a la Psicología del Pensamiento. Lo abro para hojearlo y después de leer la introducción (que complicado que es todo esto…), encuentro entre las hojas de apuntes que tengo guardadas en el libro estas amapolas secas. otra sincronicidad…Empiezo a preguntarme que me está queriendo decir mi inconsciente…
En la práctica de nuestra vida de cada día todos nos confrontamos a la complejidad de nuestra mente. Cuando vemos una flor no estamos en realidad viendo esa flor. Vemos todas las flores que nos han regalado, todas las flores que hemos visto en el campo y los jardines, todas las flores que nos hubiese gustado que nos regalasen, todas las flores que hemos ofrecido, todas las que hemos comprado, todas las que hemos dibujado o fotografiado, todo lo que sabemos intelectualmente de las flores, todo lo que nos gustaría saber y no sabemos, todos los aromas a flores que conocemos….
Nuestra memoria, nuestras experiencias, nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestras frustraciones, nuestras realizaciones…todo está ahí en el modo en que percibimos esa flor.
Simplificar nuestra mente es saber esto y aprender a soltar interiormente toda esta complejidad. No podemos deshacernos de todo ello. Pero si que podemos detenernos a mirar realmente la flor. Se dice que la mente zen es la mente de principiante. Como un niño que por primera vez ve una flor…
recuerdo que la semana pasada me encontré con esta escultura de Antonio López en Lleida. No pude resistirme a meditar a su lado.
¿Para qué realizar este esfuerzo?
Todos los filtros que llevamos en nuestra mirada nos impiden ver lo que realmente hay. Todos los filtros de nuestra mente nos impiden ver lo que realmente Es. La experiencia nos ayuda a identificar cosas, situaciones procesos. Es imprescindible para vivir y sobrevivir.Pero nuestro pensamiento se sobrecarga con todo lo que sabe y ha vivido y normalmente se embrolla, creando una barrera entre nosotros y la experiencia pura. Otras veces los razonamientos se vuelven complejos, repetitivos y malsanos, alejándonos también de la experiencia y del camino constructivo y saludable.
Ser capaz de detener todo este proceso y de mirar con ojos más límpidos la flor que tenemos delante nos proporciona una gran sensación de tranquilidad y paz. No derrochamos energía intrapsiquica en procesos complejos, podemos disponer de ella para otras cosas, como disfrutar del presente. Nuestra visión se clarifica. Comprendemos mejor.Favorecemos la experiencia de Unidad, en la que de repente ya no existen dos entes separados, yo y el otro, en este caso la flor. Somos el mismo flujo de vida.
Cuando la mente está confusa y sobrecargada, nada es lo que es. La mente serena es como un espejo que refleja la realidad. Una taza es una taza, una flor es una flor. Una emoción es una emoción. En la mente conectada yo soy yo, la flor es la flor, pero experimentamos la unidad de todos los seres.
Estaba ya a la espera de otra sincronicidad…pero nada…¡umm…como es la mente!¡simplificar, simplificar!
¿Cómo se logra serenar la mente?
El Zen nos enseña a educar nuestra mente, a serenarla para favorecer la experiencia de la trascendencia. Za-zen, la meditación sentada es un campo de ejercicio para aprender lo básico, que nos servirá después en cualquier momento de la vida cotidiana.
Los pasos imprescindibles para practicar el aquietamiento mental son:
– Buscar la buena postura, bien enraizados en la tierra y en el cielo
– Acallarse interiormente para poder observar
– Reconocer los pensamientos cuando llegan
– Ponerles un nombre, por ejemplo “estoy pensando en una taza”
– Detener ahí el proceso mental, sin añadir voluntariamente nada más
– Dejar que el pensamiento se disuelva, como una nube en el cielo
– Sentir que la expiración acompaña… al expirar, soltar…
Es curioso siempre constatar que cuando hacemos este ejercicio los pensamientos van deteniéndose poco a poco. Aprendemos que podemos decidir no dar más leña al fuego de nuestro pensar y que naturalmente este se va calmando.Si practicamos, en cualquier momento de nuestro día a dia podremos aprender a darnos cuenta de que nuestro pensamiento se complica y soltar…simplificar….